En medio del jolgorío de las fiestas patronales, los socialistas de Laviana tuvimos una mala y triste noticia. El pasado 15 de agosto nos dejaba uno de nuestros veteranos socialistas, Pepín Canzana. Se fue de una forma silenciosa y de esa misma forma, también, lo despedimos. Tal y como él quería. Acompañando a su familia, estuvimos una representación de su otra familia, la socialista lavianesa, antes de que lo incineraran. Ni esquelas, ni actos, ni homenajes. Pepín pidió máxima discrección y silencio. Él que merecía todos los homenajes, que tenía el cariño de todos los socialistas y de las personas que lo conocieron, se fue con la máxima discrección pero, también, con el mayor de los reconocimientos.
Conocí a Pepín mucho antes de ingresar en las Juventudes Socialistas. Era amigo de mi güelito Tito y cuando éste llevaba el ganao de Arcadio, Pepín lo iba a visitar todas las tardes tras su tradicional paseo. A Pepín fue la primera persona que lo escuché hablar de Julián Besteiro, quién para mí es referencia insustituible del socialismo. Pepín era un hombre sabio, prudente, de profundas convicciones. Muy buena gente. Una de las personas que más contribuyó al arreglo de nuestra Casa del Pueblo. Era de las caras siempre presentes en nuestro Partido, como lo era Vítor Castillo o Cholo el veterinario (recientemente fallecido).
Desde aquí quiero recordarlo porque la fuerza de nuestro partido, la fuerza del PSOE en Laviana, nace de personas como Pepín Canzana. Gente honesta, fuerte, con convicciones, que hacía lo posible cada día para que nuestras ideas representaran a más personas.
Hay algo que me dijo Pepín en el año 2004 que nunca olvidaré. Fue en la noche electoral, en el mes de marzo. Ese día me dijo, cuando supimos de la victoria del PSOE: "ya me puedo morir tranquilo".
Pepín ya no está. Forma parte de nuestro recuerdo y de nuestra historia.
