23.10.13

La mitad de mi vida


Podría ser el título de una película o de una canción, pero no es así. Es, sencillamente, la realidad. Una realidad que hasta caer en ella el otro día –y por pura casualidad- podría haberme pasado totalmente desapercibida. Ya se sabe como es esto: hay cosas que no se ven o no se piensan, porque uno no se fija. Pues con esto, igual.

Fue una casualidad en la que caí, repito, mientras hablaba con Pablo García de los actos del 111 aniversario de la Agrupación Socialista de Laviana. Viendo fotos y más fotos de actos anteriores en cuya organización he colaborado, caí en la cuenta, como no, del paso del tiempo… Y de ahí pasé a la pregunta clave, ¿cuánto llevo yo ya en la familia socialista?

Es fácil. Toca hacer números. Tengo 34 años. Y me afilié a las Juventudes Socialistas con 17, un 21 de junio de 1996. Pero 1996 no fue un año cualquiera, sino un año muy particular para el PSOE. No hay que olvidar que hacía unos escasos meses, en concreto en marzo, el PSOE había perdido, por primera vez en 14 años, las elecciones generales. Justo en ese momento, cuando el PSOE abandonó el Gobierno de España, me afilié yo.

Al pensar en ello me doy cuenta que, muchos de los afectos nacidos entonces, aún se mantienen hoy. En 1995, coincidiendo con las elecciones municipales, mantuve mi primera conversación con dos personas a las que, muchos años después, sigo queriendo  y con las que comparto militancia y cariño: Pablo García, histórico socialista de Laviana y que entonces era Senador y Ana Fernández, que entonces formaba parte del Comité de las Juventudes Socialistas y con la que comencé mi trayectoria en la organización. Aún recuerdo lo que decía mi güelu Tito: “tú guíate siempre por Pablo, el que fue alcalde. Esi ye un hombre ejemplar”

En resumen. De mi vida –y van 34 años- la mitad, justo la mitad, la he vivido formando parte de la familia socialista. Tantas y tantas horas aprendiendo de los mayores de nuestro Partido, hablando de valores, de ideas y de historia. De lealtad al Partido. Tantas y tantas horas entre las familiares paredes de la Casa del Pueblo, compartiendo buenos momentos pero también, apoyándonos unos a otros en los malos. Sin duda, aquel 21 de junio de 1996 cambió mi vida. Y la cambió para siempre. Digo más: la decisión que tomé entonces de afiliarme a las Juventudes Socialistas y unirme a la familia socialista es, sin duda, la mejor de cuantas he tomado en mi vida.

Muchos quizás no entendáis la pasión con la que digo esto, con la que hablo de la familia socialista. Sólo os pido que os pongáis en mi lugar: un joven, en aquel 1996 muy joven, que siente en sus venas la vocación política y que cree, con todas sus fuerzas, que el PSOE, que es mucho más que un Partido, es quién mejor representa su forma de entender la vida y la Política. Un Partido que aúna todo: valores, historia, militancia, esfuerzo, heroísmo, pasión, cambio social y futuro. Una militancia que no me ha impedido, jamás, compartir con el que no piensa como yo o más aún, hacer Política para un espectro social mucho más amplio que el exclusivamente socialista. Un Partido que se abre a una pluralidad de personas y que es bueno que sea así, porque con visiones sectarias de lo que debe ser el PSOE estaríamos fallando al mismo mandato de nuestro fundador Pablo Iglesias.

Y ahora me dirijo a ti, que quizás sientes vocación política, que quizás tienes dudas, que incluso te planteas que el PSOE es la opción política que, por historia, valores y proyecto, mejor te representa… Sé valiente. Da el paso. Ten claro algunas cosas: militar en las Juventudes Socialistas y en el PSOE, es mucho más que formar parte de un Partido, es formar parte de una familia, compartir su historia, ser herederos de una tradición común, de una forma de ser y de actuar. Con todos los errores que se nos quieran achacar –que los hay- también virtudes y heroísmo llenan nuestra historia… Y te digo más: el PSOE sigue siendo un partido necesario para la sociedad. Un partido útil. Y formar parte de esta familia y este proyecto político es, creéme, un honor...

Un honor que yo quiero vivir hasta el final.