O cambiamos.
O nos cambian.
A las cosas hay que llamarlas por
su nombre. El PSOE ha sufrido la mayor derrota electoral de la reciente democracia.
Ya no valen paños calientes, ni hablar de suelos -¿subsuelos, quizá?-, ni
apelar al desgaste del contrario ni mucho menos creer que sólo nosotros encarnamos
el cambio. Tampoco vale felicitarse por los resultados del PSOE en tu concejo
–los de Laviana están ahí para ver-. Ya nada de eso vale.
La gente nos lleva avisando mucho
tiempo. Yo mismo, lo reconozco, no he interpretado siempre correctamente el mensaje. No era sólo
cambiar el proyecto –que también-, no sólo recuperar la coherencia perdida, no
sólo articular la alternativa. No. La gente nos pide más. Nos pide cambiar. Y
si no cambiamos, ¡nos cambian!
Ése el mensaje, duro y directo,
que nos han enviado los ciudadanos. Por lo pronto, Rubalcaba abandona la Secretaría General
del PSOE. Por lo pronto, la militancia socialista, en su conjunto, elegirá con
el voto a la persona, el hombre o la mujer, que habrá de ocupar la Secretaría General
del PSOE. Por cierto, voto directo de la militancia que ha costado y mucho
conseguir. Entre otras cosas, la rebelión de muchos militantes y cuadros del
Partido que hemos dicho: congresos al uso, ¡no!
¿Es esto suficiente? Que va. Junto
con la reconexión con la militancia, hay que tejer redes con la ciudadanía. Ya
no vale elegir entre nosotros al que creemos mejor, sino que tenemos que
elegirlo con la gente. Por eso, el próximo candidato o candidata a la Presidencia del
Gobierno de España tiene que ser elegido por la ciudadanía. Todo lo demás,
atajos. Atajos malos, dicho sea de paso.
Hablemos claro. El PSOE se tiene
que reconstruir. Yo soy un socialista orgulloso. Orgulloso de la historia del
PSOE pero consciente de la importancia de tener futuro. Por eso quiero
colaborar a reconstruir el PSOE. A volver a ser creíbles. A ilusionar. A
reconocer los errores. A decir, ¡basta! Soy de los que cree que los ciudadanos
quieren que el PSOE cambie, no que desaparezca.
Ahora sí, no lo olvidemos: o
cambiamos…¡o nos cambian!
artículo publicado en La Cuenca del Nalón
junio de 2014