3.6.14

O cambiamos. O nos cambian.







O cambiamos. 
O nos cambian.

A las cosas hay que llamarlas por su nombre. El PSOE ha sufrido la mayor derrota electoral de la reciente democracia. Ya no valen paños calientes, ni hablar de suelos -¿subsuelos, quizá?-, ni apelar al desgaste del contrario ni mucho menos creer que sólo nosotros encarnamos el cambio. Tampoco vale felicitarse por los resultados del PSOE en tu concejo –los de Laviana están ahí para ver-. Ya nada de eso vale.

La gente nos lleva avisando mucho tiempo. Yo mismo, lo reconozco, no he interpretado  siempre correctamente el mensaje. No era sólo cambiar el proyecto –que también-, no sólo recuperar la coherencia perdida, no sólo articular la alternativa. No. La gente nos pide más. Nos pide cambiar. Y si no cambiamos, ¡nos cambian!

Ése el mensaje, duro y directo, que nos han enviado los ciudadanos. Por lo pronto, Rubalcaba abandona la Secretaría General del PSOE. Por lo pronto, la militancia socialista, en su conjunto, elegirá con el voto a la persona, el hombre o la mujer, que habrá de ocupar la Secretaría General del PSOE. Por cierto, voto directo de la militancia que ha costado y mucho conseguir. Entre otras cosas, la rebelión de muchos militantes y cuadros del Partido que hemos dicho: congresos al uso, ¡no!

¿Es esto suficiente? Que va. Junto con la reconexión con la militancia, hay que tejer redes con la ciudadanía. Ya no vale elegir entre nosotros al que creemos mejor, sino que tenemos que elegirlo con la gente. Por eso, el próximo candidato o candidata a la Presidencia del Gobierno de España tiene que ser elegido por la ciudadanía. Todo lo demás, atajos. Atajos malos, dicho sea de paso.

Hablemos claro. El PSOE se tiene que reconstruir. Yo soy un socialista orgulloso. Orgulloso de la historia del PSOE pero consciente de la importancia de tener futuro. Por eso quiero colaborar a reconstruir el PSOE. A volver a ser creíbles. A ilusionar. A reconocer los errores. A decir, ¡basta! Soy de los que cree que los ciudadanos quieren que el PSOE cambie, no que desaparezca.

Ahora sí, no lo olvidemos: o cambiamos…¡o nos cambian!

artículo publicado en La Cuenca del Nalón
junio de 2014