Hablar de María Luisa Carcedo
Roces, es hablar del socialismo asturiano. Nacida en una familia socialista,
allá por 1953, en Ríocerezal, parroquia de Santa Bárbara. Por tanto, en un
concejo minero, el de San Martín del Rey Aurelio, en el que le tocó conocer muy
cerca la lucha antifranquista y el compromiso social de los hombres y mujeres
ligados a la mina.
Con el esfuerzo de sus padres, se
licencia en Medicina, a la vez que con el ejemplo de sus padres adquiere una
enorme conciencia social y se afilia al PSOE en su juventud, en los inicios de
los años 70.
Con la llegada de la Democracia
y, sobre todo, con el inicio de la autonomía asturiana, Luisa Carcedo irá
adquiriendo un prestigio profesional, por su capacidad de trabajo, que pronto
hará que la FSA se fije en ella para irle pidiendo responsabilidades a nivel
político. Y es que, Luisa, en política, lo ha sido todo: directora general de
salud pública, consejera, diputada autonómica, diputada nacional, senadora,
miembro del Gobierno de España… por no hablar de su trabajo en el partido,
formando parte de las ejecutivas de la FSA y ahora, del PSOE. Si algo la define
es su capacidad de trabajo -echa las horas que sean necesarias y alguna más-,
es rigurosa y sensata. Su mano está presente en los documentos políticos más
importantes de la FSA en las últimas décadas.
Pero Luisa es, además, buena
amiga y compañera. La conocí en 1996, cuando me afilié a las Juventudes
Socialistas. Fue en el acto de la Camperona, de la mano de nuestro Presidente
de Honor Pablo García. Desde entonces, he mantenido con ella amistad y, sobre
todo, a medida que me ha tocado asumir nuevas responsabilidades, siempre sentí
su apoyo y cariño. Y su disposición a ayudar. En la FSA, la consideramos un
ejemplo de militante comprometida, que siente un profundo amor por nuestra
historia y que ha apostado por la entrada de los y las jóvenes en política. No
en vano Luisa es la madre política de Adriana Lastra.
Pero hablar de Luisa es, además,
hablar de convicciones. Nos lo ha demostrado no hace mucho cuando, por defender
lo que ella creía correcto, lo sacrificó todo. Fue apoyo de Pedro Sánchez hasta
su caída y fue su apoyo, nuevamente, en aquellas primarias que lo llevarían de
nuevo a la secretaría general del PSOE, preludio de su llegada a La Moncloa. En
Asturias lo sabemos bien, cuando participó en todos los actos necesarios para
llevar el mensaje del cambio.
Por eso, nos alegramos por ella.
Estamos muy contentos, sus compañeros y compañeras de la Federación Socialista
Asturiana, de su nombramiento. Estoy seguro que continuará la senda iniciada
por una gran ministra, como ha sido Carmen Montón, recuperando la sanidad
pública y poniéndola al servicio de los ciudadanos y ciudadanas.
Hablar de Luisa es hablar,
también, de compromiso. Da igual la responsabilidad que ocupe. Ella siempre ha
estado a disposición de cualquier persona, de cualquier Agrupación, para llevar
el mensaje del socialismo democrático, a todas partes. Todavía en agosto fue a
Laviana, en plenas fiestas del Descenso Folklórico, para explicar el proyecto
del gobierno de lucha contra la pobreza infantil, otra de sus grandes
preocupaciones.
Hablar de Luisa es hablar de
nosotros y nosotras, socialistas de Asturias. Por eso estamos orgullosos de su
nombramiento. Un orgullo compartido con su familia y un orgullo que, si
pudieran verlo, hoy sentirían sus padres, de los que ella aprendió el
significado de conciencia social y compromiso.
*Artículo publicado en El Comercio