
Hace pocos días nos sorprendíamos todos con la noticia de que Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Presidente de Extremadura desde 1982, anunciaba que no se presentaría a la reelección en las elecciones del próximo año.
Tengo que confesar que, al principio, me asusté y entristecí a partes iguales. Me asusté porque me daba la sensación de que el PSOE de Extremadura quedaría huérfano de su líder más carismático de cara a lás próximas elecciones. Y me entristecí porque siempre he considerado a Juan Carlos ejemplo de buen socialista y de persona fiel a sus principios.
Pero me equivoqué. La forma en que los socialistas extremeños han planteado el relevo, eligiendo de forma unánime a Guillermo Fernández Vara como futuro candidato y seguro Presidente de Extremadura, con el apoyo apasionado del propio Ibarra, ha sido un buen ejemplo para toda la clase política. Y en segundo lugar Ibarra nos ha regalado, con su renuncia, un ejemplo de incalculables dimensiones, que debiera hacernos pensar a todos y todas, que las personas, en los proyectos políticos, somos aves de paso. Que lo importante es el proyecto, la suma de voluntades individuales. Y también trabajar de forma decidida para que, tras los que ahora están, vengan otras personas que asuman con fuerza el relevo. Formar jóvenes que puedan seguir haciendo historia en el futuro.
Ibarra, una vez más, nos ha dado ejemplo. No puedo desde aquí más que agradecerle su entrega a la causa del socialismo y, a través de ello, su amor a Extremadura y a España.
Y de él muchos tendrían que aprender...