Una de las cosas que me han enseñado los últimos meses -desde que asumí la Secretaría General de la FSA-PSOE- es que, en un mismo espacio físico y temporal, conviven realidades muy diversas. Y una es la diferencia que existe en el debate político, con dos planos diferenciados e, incluso, contradictorios. Por un lado, el debate de los problemas que lo son si hacemos caso a las posiciones políticas, mediáticas o empresariales y, por otro, los problemas reales, los que realmente viven así los ciudadanos y ciudadanas.
Aunque era consciente de la divergencia, nunca fui consciente -al menos hasta ahora- de la abismal realidad que los separa. Es decir, a veces uno sigue el debate político y parece que los problemas son unos concretos, que se repiten como un mantra y que se considera “suponen un importante drama”. Y luego resulta que, si uno va a la realidad, al debate que existe en la sociedad, se da cuenta que ese problema no se ve así, al menos no en el nivel que algunos nos lo quieren plantear.
Esto, a nivel municipal, es difícil que exista y lo digo por propia experiencia. Se suele dar una coincidencia entre los debates. No hay esa posibilidad de construir una realidad paralela, porque la realidad está tan cerca, es tan próxima, que es imposible negarla. Pero a nivel autonómico -y no digamos ya a nivel nacional-, puede darse ese segundo prisma: una distancia clara entre los problemas que existen en el debate político “oficial” y los problemas reales de la gente.
Y ahí está, precisamente, una de las claves que explican la separación entre ciudadanos y política. A veces, la política “oficial” habla de problemas que lo son en su mente, no en la ciudadanía. Y ante eso, la ciudadanía deja de sentirse representados, entiende que la Política se aleja de la gente y, por tanto, deja de ser útil a sus vidas… ¿a qué nos suena?
Pues bien. Uno de los objetivos que nos hemos marcado desde la nueva dirección política de la FSA-PSOE es, precisamente, eso: hablar siempre, analizar, debatir, y dar respuesta, a los problemas reales de la gente, los problemas que sienten como propios la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de Asturias. Son sus problemas y, por tanto, también los nuestros.
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