Escribo estas líneas aún con la emoción de haber vivido, como testigo
presencial, días históricos. El martes de noche asistí a la llegada de la
marcha minera a Madrid, con el intenso sentimiento de ver pasar a nombres y rostros
que, tras estos días de valiente avance, se han convertido para mí en
familiares, caso de los mineros del Pozu Carrio, como Daniel, Alejandro, Cristian, Hilario y otros ya conocidos de
hace tiempo, como Conchi o Víctor (de Degaña). Asistí a su llegada como
vanguardia de la defensa de los derechos de los trabajadores. Miles de
madrileños tomaban las calles en su recorrido hasta Sol. Miles de madrileños,
miles de ciudadanos, hartos de la tiranía de los dineros han acompañado en su
llegada a esta marcha de la dignidad.
El miércoles, sin duda, marcará un antes y un después en la historia de este
país, en el despertar del movimiento ciudadano que se niega a seguir admitiendo
los recortes como única salida posible a esta crisis derivada de la avaricia
del dinero. Miles y miles de personas, encabezados una vez más por la marcha
minera -la de la dignidad- acompañamos las reivindicaciones de los mineros. Y
que nadie nos engañe, yo sé bien lo que ví y viví: una manifestación masiva que
avanzaba con una actitud claramente pacífica. La gran convocatoria social en
apoyo al carbón, organizada por los sindicatos mineros, marcará una fecha
imborrable en el calendario de nuestra historia como pueblo... Si lees esto,
apunta lo que digo. A partir de estas imborrables fechas, del 10 y 11 de julio, se
va a producir el despertar de una sociedad adormecida, callada, silenciosa, que
acogía los recortes con la indiferencia de quién cree que no puede hacer nada
contra ello.
1962 fue un año histórico para este país. Aquel año los mineros se alzaron
contra una dictadura -la franquista- y pronto simbolizaron el despertar de
nuestro pueblo adormecido por la pobreza, el hambre y el miedo. 1962 simbolizó
el inicio del declive de la dictadura y fue el punto de inflexión para abrir
España a la democracia... 2012, cincuenta años después, volvemos a vivir una
historia en algo parecida. Es verdad que aquella fue una lucha contra la dictadura política mientras ésta, en realidad, es la lucha contra la dictadura de los mercados. En cualquier caso, los mineros vuelven a ser, una vez más, la
vanguardia de la voz social de nuestro pueblo, los que primero se alzan en
contra de las injusticias y claman por los cambios. Nuevamente, desde esas jornadas que hemos vivido, la sociedad está alzando la voz y clamando contra las
injusticias. Esa ola de entusiasmo la ha vuelto a generar la lucha de los
mineros. Y es una ola que ya nada ni nadie podrá parar.
En aquel año de 1962 los medios trataron de ocultar la realidad. Los
gobernantes se burlaban de los mineros, presentándolos como unos bárbaros y
violentos que, en cualquier caso, no dejaban de ser una minoría sin
posibilidades de influir ni cambiar la opinión pública. Y fue todo lo contrario. Los
mineros fueron vanguardia -y eso que no existía internet ni las redes sociales
para informar de lo que otros tratan de ocultar-.
Apuntadlo bien en el calendario. Estamos viviendo un momento histórico, un
nuevo punto de inflexión. Aquellos que hoy se burlan de los mineros y sus
sindicatos, de su marcha de la dignidad, de sus encierros en los pozos –como el
Candín y Santiago-, aquellos que piensan que el agotamiento acabará con su
lucha, no han sido capaces de entender que estamos en el vértice de la ola y
que afrontamos un tiempo inevitable de cambios. Si son lo suficientemente
inteligentes, dejarán sus burlas y tratarán de reconducir la situación. Si son
todo lo prepotentes que alguno parece, se darán cuenta demasiado tarde que la realidad
ha empezado a cambiar…
Tiempo al tiempo.