mirar atrás

Hoy Laviana amaneció gris. Hace frío y, de cuando en cuando, la lluvia visita nuestro pueblo. No parece agosto y, menos aún, fiestas. Sólo espero que el tiempo mejore para permitirnos poner el broche de oro a las mismas, con el Decenso folklórico del Nalón.

Cuando los días están así parece que la vida se reduce al mínimo. Frente al bullicio de los días soleados, nos encontramos con el silencio triste de este día que más se parece a otoño que a verano. Un silencio nostálgico, que da que pensar y mucho en el paso del tiempo y en su significado.

Estos días son mis preferidos para leer. En la lectura yo he encontrado algunos de los mejores placeres, de mis mayores alegrías. Son compañeros que sin hablar cuentan, los libros, y que sin duda ayudan a vivir buenos momentos y adquirir conocimientos.

Y hoy, quizás por aquello de la nostalgia, he iniciado una nueva relectura de los Diarios de Manuel Azaña, quién fuera Presidente del Gobierno y Presidente de la II República española. Se tratan de Diarios políticos pero que, de cuando en cuando, dejan entrever momentos personales de su autor: su estado de ánimo, las alegrías y penas del momento, las pretensiones para una España que aspiraba entonces a la modernidad... a quién le guste la Política encontrará en esos Diarios un buen maestro. Y dentro de ellos, particularmente interesantes, son los que hablan de los años de la Guerra Civil, dónde Azaña tuvo que vivir dicha amargura del enfrentamiento entre hermanos desde la primera magistratura de la nación...mirar atrás sirve, y mucho, para poder mirar adelante con seguridad y confianza en el futuro.

En medio del tremendismo del actual momento político no está nada mal mirar atrás y leer los magistrales pensamientos de un hombre, como Azaña, que encarnó de la forma más pura el ideal transformador y modernizador de la España que pudo haber sido y no fue, en los años treinta.

Lástima que muchas de las ideas que allí se leen tuvieron que esperar cuarenta años hasta que los españoles, gracias al esfuerzo colectivo, volvimos a tomar la palabra y recobramos nuestra Libertad. O como contestó De los Ríos en polémica distinta a ésta, cuarenta años hasta que los españoles tuvimos nuevamente "Libertad para ser libres".

Y como cierre, unas palabras que vienen de atrás, pronunciadas por Manuel Azaña en su famoso discurso de Barcelona, en 1938, en plena guerra civil. Sólo leerlas, emociona: "y cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que se acordarán, si alguna vez siente que les hierve la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelve a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen su lección: la de esos hombres, que han caído embravecidos en la batalla magnánimamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a sus hijos: Paz, Piedad y Perdón.”