
Ayer seguí, seguro que como muchos ciudadanos, parte del Debate sobre el Estado de la Nación. Digo parte porque no me gusta decir lo que no es. Y lo que no es, en este caso, es que haya seguido entero el debate... Ahora bien. Seguí la parte que suele tener máxima expectación en este tipo de debates, el enfrentamiento dialéctico entre el Presidente del Gobierno y el Líder de la Oposición. Es la que más gente ve y dónde mayor tensión se expresa.
Pero como punto de partida quiero reconocer algo. Yo no soy objetivo. Evidentemente no soy un objeto, sino un sujeto, una persona. Y además y a mucha honra militante socialista.
Pero junto a todo ello soy un joven. Por eso cuando ayer escuché de boca del Presidente del Gobierno decir que era tiempo de apostar por los jóvenes, de desarrollar políticas más activas, me sentí profundamente satisfecho. Creo recordar que es la primera vez en la historia desde que existen este tipo de Debates dónde los jóvenes hemos dejado de ser una frase de pasada para convertirnos en protagonistas.
Y frente a eso, ¿qué? El Señor Rajoy, que es ante todo un político hábil, se hundió hasta el cuello. Se mostró agresivo, muy agresivo -hasta con el Presidente de la Cámara, Señor Marín-. Poco más de sus palabras pudiéramos pensar que España ahora se había convertido en el infierno terrenal. Creo que se equivocó. Ha caído en la política de Acebes-Zaplana del no por el no y eso no concuerda con su forma de ser... Lo siento por él y por la Derecha española. Aún tienen que darse cuenta de que lo están haciendo mal y que si perdieron las elecciones fue por algo.
En fin. Como resumen de lo que ayer pasó -que no fue debate, porque Rajoy no quiso debatir- me quedo con las palabras de Zapatero dirigidas al PP "Ustedes han sido profetas del desastre y la verdad es que han demostrado que son un desastre como profetas".
Y tanto que es así.