la razón del ideal

No siempre la misma palabra tiene idéntico significado para todas las personas. Eso sucede en todas las facetas de nuestra vida, con independencia del ámbito al que hagamos referencia... bueno, sucede en la mayor parte de facetas pero no en todas. Hay un espacio en el que, por lo que veo cada día, estamos asistiendo a una reducción paulatina de opciones hasta quedar ante dos únicas posibilidades. Emerge así la lucha del blanco contra el negro, sin ser conscientes de que siempre hay un espacio para los grises.

Estoy hablando de la Política. De un tiempo a esta parte, tomes la noticia que tomes o leas la entrevista que leas, parece que todo se reduce a dos opciones. Y no digo que se reduzca a ser socialista o de derechas. Eso no. Simplemente se plantea una alternancia entre lo políticamente correcto y lo políticamente incorrecto. La inmensa mayoría de las declaraciones políticas responden a uno de estos dos parámetros. Y si no, haced la prueba, tomad unas declaraciones de distintos políticos, de distintas ideologías, de nivel más grande o más pequeño y veréis a que me refiero. Los hay que pulen en extremo lo que dicen, para no ser descorteses con nadie. Y otros, que prefieren crearse a sí mismos una imagen de hombres terrrrribles, que van contra todo y que se envuelven muchas veces en el folklorismo ideológico.

Pues bien, contra esas dos opciones, yo me rebelo. Cada persona debe ser como es y luego, en el campo de la Política, plasmar esa forma de ser en su acción diaria. De nada me sirven los que pretenden representar un papel, bien sea siendo correctos en todo y con todo o los que, por crear su reducido espacio, disparan en todas direcciones, muchas veces hasta los planteamientos de su propia opción política -y es que no hay nada que venda más que criticar públicamente a tu mismo partido-. Estos, generalmente, suelen ser malos actores y peores políticos. Pretenden dejar de ser lo que son y convertirse en lo que creen deben ser. Y así les va.

El otro día salía de comer en casa de mi "güela" Lala, en Fontoria y me encontré con un grupo de vecinas, que disfrutaban de un día de sol. Las saludé y cuando ya me iba escuché a una vecina decir a las demás "que chaval más agradable". Otra le contestó "nun pienses que ye ahora na más porque ya de guaje yera así como lu ves". Tengo que reconocer que me emocionó.

Y esta vecina dijo la verdad. Yo soy así. Con las virtudes que tenga -que con un poco de suerte me reconocerán hasta mis críticos- y con mis defectos -que por suerte ahí están mis amigos de verdad para recordármelos-. Con mis convicciones y mis creencias personales y religiosas. Con mi vehemencia a la hora de defender algo en lo que creo. Con mi dureza para atacar aquello que creo es negativo para el futuro. Con mi radicalidad en la defensa de los valores y mi moderación para expresar mis ideas. Con esta oratoria que sé no a todos gusta y a algunos parece que asusta. Con mis ganas de expresar lo que siento aunque sepa que no con ello convezco a todos -ni tampoco lo pretendo-. Soy lo que soy. Herencia de mis padres y mis abuelos, con aportaciones a mi forma de ser que han dado mis amigos y los profesores y maestros que he tenido, incluyendo las monjas de Sotrondio. Con lo que cada día aprendo en mi labor diaria y las cosas que vivo al lado de mis amigos y la gente a la que quiero... soy resultado de todo eso, para lo bueno y para lo malo. Y lo que os puedo asegurar es que así lo seguiré siendo.

Decía un socialista de la República al que admiro de corazón, Julián Besteiro "que no sólo hay dos opciones, siempre emerge una tercera". Y esa tercera no es una opción única sino que se trata de la que cada uno elija. Por eso, porque es la más auténtica, a mí es la que más me gusta. Lástima de algunos que siguen sin entenderlo y con eso se quedan en malos actores y peores políticos. ¡Qué le vamos a hacer! Como dice mi abuela "sarna con gusto no pica".

¿verdad qué no?