
En un Estado de Derecho como el nuestro es la Justicia la encargada de dar y quitar razones. La encargada de establecer responsabilidades y señalar, con el dedo firme de la misma, los culpables y los condenados por estos o aquellos delitos.
Tras muchos meses de juicio y tras cuatro años de haber tenido lugar dichos hechos la Justicia ha hablado. Y ha sido rotunda. Condena a un buen número de personas ligadas al terrorismo islamista y establece, con rotundidad, que todo lo que se dijo con respecto a la presencia de otros grupos terroristas es, sencillamente, falso. Todo una mentira... Todos recordamos con auténtica vergüenza lo que sucedió aquellos días. Aún tengo grabada la imagen de los que, con tal de mantenerse en el poder, siguieron agarrados a tesis que sencillamente eran mentira. Hoy la Justicia les ha dicho que callen porque cada palabra de lo que decían era todo un bulo. No había nada de verdad en ello. También deben callar -y para siempre- los que durante los últimos meses han abanderado teorías conspirativas. Ahora lo niegan y hablan de dar vueltas y más vueltas a lo mismo. Pero se ha demostrado, por una vez, que no por mentir muchas veces tienen la razón. No había conspiraciones pero si había teóricos de la conspiración. Y hoy, esos mismos, si tuvieran un poco de vergüenza, pedirían perdón a las víctimas y a sus familias.
No voy a atacar al PP por lo que han dicho, hablando de conspiraciones y demás. Sólo les voy a pedir una cosa: que piensen en las víctimas. Que pienses en los miles de heridos. Que todos juntos pensemos en sus familias. Y que saquemos como conclusión de esta sentencia que todos los demócratas debemos estar siempre unidos frente al terrorismo porque la unidad es lo único que nos da fuerzas para seguir haciendo de España un ejemplo de Democracia y de Libertad.
Y es que, ahora ya, no hay más cera que la que arde. Por mucho que algunos se empeñen.